Un semblante de la militancia de las mujeres.
Militancia y género
Muchos son los relatos de mujeres que intervinieron en organizaciones
políticas armadas en los años '70. Durante este período la participación de la
mujer en la política había aumentado. La recuperación de su participación a
partir de sus testimonios es compleja debido a que implica que esta
recuperación se hace a través de lo que ha denominado memorias en disputa ya
que son recuerdos reprimidos por años y al salir a la superficie entran en disputa
con la memoria oficial.
La experiencia femenina en la militancia. Testimonios de mujeres
militantes
Muchas posibilidades ofrecieron los años 60 y 70 para la militancia de
los jóvenes. No todas las incorporaciones a la militancia se hicieron desde la
misma concepción política, tampoco hubo unanimidad respecto de que la
participación en la acción violenta. A partir de 1968 se inscribieron en un
proceso de rebelión civil con dosis significativas de violencia.
Estás incorporaciones solían darse en espacios universales, en grupos
renovadores dentro de la iglesia, y en las organizaciones armadas. Con cada vez
más urgencia, los jóvenes sentían la necesidad de involucrarse en la vida
política.
La constitución del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo en
1968, sirvió de vehículo para que muchos conjugasen militancia religiosa y
política.
Muchas mujeres estudiaban y trabajaban, pero para la gran mayoría, con
la llegada de los hijos ingresaban a su lugar “natural”, el hogar. A pesar de
esto, en las organizaciones de izquierda revolucionaria, los significados de la
categorías varón y mujer se vieron más tensionadas que en el resto de la
sociedad. Fue una época de muchos cambios, de costumbres, mentalidades,
regímenes políticos, hasta la sexualidad.
En este trabajo se analizaron muchos casos de mujeres, y la mayor parte
de entrevistadas sostuvo la idea de que las elecciones no eran el camino que
tenía el pueblo para llegar al poder, sino una herramienta de las clases
dominantes para mantener su sometimiento.
Otro factor destacado por las entrevistadas como factor de ingreso y
permanencia en la militancia fue que dentro las organizaciones de izquierda
revolucionaria, parecieron hacerse visibles patrones de comportamiento
femeninos y modos de ser padre y compañero distintos de los experimentados en
la propia crianza.
No todas las entrevistadas procedieron de hogares politizados. En los
casos que si se asumieron posturas políticas, no necesariamente las ideas que
predominaban en las casas determinó la organización a la que ingresaron; sólo
el componente de compromiso social con los pobres apareció como un factor común
a todas ellas.
Los testimonios que se dieron a conocer de mujeres en los años 70,
identificaban que las mujeres accedían a la militancia, por lo general, por
medio de un varón perteneciente a su entorno. Muchas de ellas fueron
acompañadas por sus parejas o hermanos durante su militancia; en el caso de
tres mujeres desaparecidas, los testimonios de sus dos hermanos menores exponen
los cuidados que éstas tuvieron con ellos y como los introdujeron en el mundo
de la militancia al llevarlos a la facultad.
Su inclusión a la política fue la consecuencia de evaluaciones y
decisiones puramente personales, así como la de otras dos militantes (Victoria
y Marta) entrevistadas por la autora, quienes decidieron adentrarse buscando
posicionarse en la política saliendo de la ideología de la izquierda
tradicional.
Muchas de las experiencias que llevaron a las militantes a tomar esas
decisiones fueron cuestiones sociales, como injusticias, situación de pobreza,
discusiones con otros jóvenes que tenían otras ideologías, la lectura de la
historia nacional; todo esto teniendo en cuenta sus vivencias bajo gobiernos
dictatoriales y la exclusión del peronismo durante ciertos periodos históricos.
A comparación de otras jóvenes que conocían, las mujeres en sus relatos
contaron que tenían una mirada diferente de la vida y de la sociedad, más
liberada. Resaltaron su posibilidad de participar en debates políticos y de ser
un “igual” con el hombre.
En el tratamiento, el análisis, consideró que todo testimonio sobre una
experiencia, pone en juego una reflexión sobre si. Con esto los hechos narrados
y la experiencia personal posterior, permitieron los entrevistados
reinterpretar y dar nuevos sentidos a lo vivido.
En los testimonios hubieron múltiples temporalidades: el tiempo
biográfico del contenido de lo q se relataba, el tiempo histórico en que
ocurrieron los hechos y el tiempo histórico cultural del momento en que se
realizó el relato para esta investigación. Muchos años despues, las mujeres
reinterpretaron sus decisiones y les dieron nuevos sentidos a las experiencias
posteriores.
De la masculinización, coquetería y otros estereotipos de “la militante”:
El modelo de militante ideal qué, al ser neutro, fue masculino, y por
eso negó el género y contribuyó a la reproducción de la desigualdad. Esto
implicó una persistente masculinización respecto a la identidad militante
encarnado en cuerpos femeninos.
Las mujeres se poyaban en su rol de mujeres militantes planteándose a sí
mismas como diferentes, liberadas e iguales a los varones. Por otro lado, la
masculinización se hizo presente en los relatos como algo que las mujeres
entrevistadas rechazaron
En cuanto a la coquetería, Victoria quien se refirió a las polleritas
relata: “Eso sí y después, el Negro siempre decía algo con lo que yo me
divertía mucho, y me divertía mucho porque sabía que era linda, flaquita, de
patas lindas, siempre anduve con polleras muy cortas. Nunca asumí el papel
jean, camisa, botitas de gamuza y morral verde¨
Existio un estereotipo de la militante, del cual Victoria conocía y del
que renegaba en el tiempo biográfico que recuerda, ya que tenia un espacio para
hacerlo al ser responsable del frente legal universitario.
Los testimonios analizados presentaron mujeres que opinaban,
participaban, decidían y conducían en pie de igualdad con los hombres. Esto no
implica afirmar ingenuamente que se había logrado la igualdad, sino recuperar
los significados atribuidos por las y los protagonistas e intentar una
explicación.
Mujeres
militantes:
María A: Era una estudiante peronista, que fue hacia México para seguir su
participación de montoneros, volvió al país en 1979, y un año después su pareja desaparecería, al día siguiente ella fue
secuestrada y
llevada a Campo de Mayo y luego fue trasladada a la cárcel de Devoto. En 2009
los restos de su compañero desaparecido serian identificados.
Graciela: Estaba muy relacionada con movimientos populares
de la época, fue secuestrada en 1977, permaneció dos años detenida y cuando recuperó su
libertad vivió en el exilio, luego retornó y dio su testimonio, en
el gobierno de Alfonsín partio nuevamente a vivir en el exilio.
Mercedes: Militaba el Peronismo desde la secundaria, en
1976 decidió no asistir a una reunión donde caerían sus compañeros y partió al exilio. Por
este hecho fue condenada a muerte por Montoneros, pero en 1979 Rodolfo
Galimberti le ofreció reincorporarse desde el exilio en la contra ofensiva.
María: Militaba en movimientos populares en Luján,
cuando llegó a Buenos Aires ingresó a la militancia territorial de Montoneros.
En 1976 tuvo a su primer hija, y en 1977 a la segunda,
quien para su nacimiento viajó hasta Bariloche, el mismo año desapareció su
compañero, por lo cual su parto fue semi-clandestino.
Rosa: Militaba en movimientos populares, y luego
ingresó a Montoneros. Desarrolló militancia territorial con mujeres
trabajadoras. Permaneció en la clandestinidad mucho tiempo. Su
esposo “ el gordo Fabian” está desaparecido. Durante los años más duros de
reprensión formó pareja con otro compañero, pero luego se separó.
Silvia: Trabajaba con la JTP como sindicalista. En 1977
tiene a su cuarta hija con su esposo Rodolfo e ingresan a Montoneros. El mismo
año su compañero desaparece y ella se va a vivir a Córdoba durante doce años en una situación de
semiclandestinidad. Cuando volvió a Buenos Aires se contactó con DDHH, es poeta y escritora.
Estela: Militaba en la JUP en la Facultad de Ciencias Exactas.
Desarrolló también militancia territorial. Después del golpe de estado se fue
de la casa de sus padres por razones de seguridad. En 1977 fue
asesinada en la Zona Sur del Gran Buenos Aires a sus
veinticuatro años, la familia pudo recuperar el cuerpo
María M “Piti”: Militaba desde loa años
60, e ingreso a las FAR que posteriormente se había fusionado con
Montoneros, tuvo a su hijo en 1976 , cinco meses después ya en 1977, María
fue asesinada. Fue la madre de María quien recuperó al bebé de la Casa Cuna
donde la depositaron los militares como NN.
Victoria: Era una militante socialista (FAS), y en 1975 dejo
de militar por un conflicto con su responsable. Su esposo
era comunista y desapareció en una reunión del PRT-ERP en 1976. Ella
actualmente tiene militancia feminista.
Gloria: militó en Santiago del Estero agrupación estudiantil
filo PRT, se incorporó al PRT poco antes de ser detenida embarazada
en 1974 de su hijo, quien luego fue enviado a vivir con su familia, salió de la
cárcel en 1982.
Silvia U: Integrante del PTR-ERP , escapó de la cárcel
del Buen Pastor en 1971. Luego en 1972 volvió a ir presa con su amiga Marta y fue liberada en el
73. Continuó militando hasta 1975 donde volvió a ir detenida. Su última
referencia fue en la “masacre de Fátima” donde en una declaración se menciona
haberla visto alli.
Patricia V: Era militante del PCML una organización cercana
el PRT-ERP, comenzó su militancia en la secundaria y luego viajó a Buenos
Aires para estudiar en la universidad. Fue secuestrada en CABA junto a su
esposo y Virginia Casalaz.
Trabajo realizado por Páez Julieta, Heredia Maite, Denis Ludmila, Dania Ian, Luengo Fiorella y Oxilia Camila.
Bibliografía
Novaro, Marcos, Historia de la Argentina, Siglo XXI,
Buenos Aires, 2010.
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